Amnesia: The Bunker, cuando el verdadero terror está ahí fuera (y en los convencionalismos del género, y en la IA)
Escapar no es una victoria.
Amnesia: The Bunker (Frictional Games, 2023) te obliga a escapar de un angustioso y peligroso lugar mientras te bombardea -literalmente- con otra terrorífica realidad: lo que hay ahí fuera no es mucho mejor. Una idea que funciona para lograr una distracción hacia otra realidad que asola a la obra y a la mayoría de propuestas del género: un convencionalismo casi radical.
Al contrario que las anteriores entregas de una saga ya consagrada en el terreno del terror independiente, Amnesia: The Bunker nos sitúa en el contexto de la Primera Guerra Mundial, y lo hace sin tapujos: los primeros minutos del juego no nos presentan a la peligrosa criatura que va a perseguir nuestros pasos durante toda la aventura o a pegarnos unos cuantos sustos fáciles; vamos a vivir el terror de la guerra en el frente, a guarecernos de los disparos en las trincheras, de las bombas, y a presenciar cómo nuestros compañeros mueren de forma brutal. Es una obra tremendamente paradójica: el búnker al que nos aferramos para escapar de la guerra alberga un peligro mortal, y para escapar de él tendremos que volver al mismo lugar del que estábamos huyendo. Es ahí donde el planteamiento de Frictional Games merece los aplausos, aunque la ejecución se aleje de los mismos vítores.
Dentro del búnker, donde se desarrolla el grueso de la aventura, tendremos que hacer lo posible para escapar al exterior. Pronto descubriremos qué es lo que debemos lograr, obligando a que recorramos el angosto espacio en su totalidad para encontrar los objetos necesarios. Los primeros minutos son angustiosos, pero no tardamos en descubrir que hay algo a lo que verdaderamente debemos temer: una extraña criatura vaga por esos mismos pasillos, al acecho, y cualquier acción que hagamos y que pueda llamar su atención nos pondrá en peligro. Amnesia: The Bunker vuelve a funcionar muy bien con sus mecánicas: un espacio siempre a oscuras que sólo podemos vislumbrar gracias a una linterna manual que hay que activar -oh, no- haciendo muchísimo ruido, o recolectando gasolina con la que poder hacer funcionar el generador eléctrico que nos permitirá adentrarnos por el escenario con luz, sí, pero durante un tiempo limitado que no hace más que meter más presión a una sensación ya de por sí sofocante.
Basándose en lo que Alien Isolation (The Creative Assembly, 2014) propuso hace casi una década, la bestia que pulula por Amnesia: The Bunker se comporta de una manera similar a la del Alien, con un comportamiento artificial no encorsetado, que se aleja de las escenas guionizadas para que el jugador tenga la sensación de que el enemigo es verdaderamente inteligente y se comporta con sentido, reaccionando a nuestras acciones. Aquí no está tan bien logrado y es curioso echar la vista atrás para comprobar cómo el trabajo de The Creative Assembly hace ya varios años -utilizando tecnología de Inteligencia Artifical, tan en boga en estos últimos tiempos- sigue siendo el rival a batir. El Alien se desplaza por la nave de forma más coherente, y cuando aparece lo hace para inundar al jugador de verdadero pavor: no en vano, aprende de nuestros actos, y si solemos escondernos habitualmente en los conductos de ventilación no dudará en echar un vistazo por ellos la próxima vez que lo encontremos, o sabrá contraatacar nuestra táctica defensiva favorita. El monstruo del búnker de Frictional Games, por el contrario, parece más tonto que un zapato: siempre suele realizar las mismas acciones y nunca le da por mirar debajo de la mesa; ese comportamiento, falto de inteligencia, no tarda en adueñarse de la capacidad del jugador para reaccionar, y lo que debería ser un problema que temer pronto se convierte en un simple inconveniente fácil de esquivar.
El convencionalismo en el género del terror está presente en la mayor parte de las obras y son muy pocas las que realmente se escapan de unos márgenes que comercialmente funcionan. No es que Frictional Games no sepa que su bestia es mucho más idiota que la criatura de Alien Isolation, es simplemente que no hace falta que dediquen más esfuerzos en ello, porque su juego funciona en el interior de esos límites. La saga Amnesia jamás ha querido revolucionar el género, y más bien ha funcionado como herramienta -más que como obra cultural- para que el youtuber -supongo que ahora sería más conveniente escribir streamer- de turno entretenga a su comunidad con unos cuantos sustos, planteando la dificultad en otros elementos como los puzzles. De hecho, Amnesia: The Bunker cuenta con un sistema que modifica la posición de ciertos objetos en el mapa para que cada partida sea un poco diferente o, al menos, para que no puedas establecer una ruta predefinida desde el principio. Un acto que añade rejugabilidad pero que mi mente sucia asocia a esto último: si el juego te ha gustado porque tu creador de contenido favorito lo ha jugado debes saber que vas a tener esa misma sensación pero con las variables suficientes como para que no sea exactamente la misma experiencia. Y es un recurso totalmente válido, por supuesto.
A pesar de ser un juego terroríficamente convencional, también es positivo cómo plantea y utiliza el terror del contexto. No sólo se ha elegido la Primera Guerra Mundial para otorgar sentido a que el escenario principal del juego sea el búnker que le da título, sino para enviar un poderoso mensaje: nuestros monstruos internos son más fáciles de controlar que los que hay en el mundo exterior. Corremos e intentamos huir de lo que hay dentro, para afrontar la verdadera realidad de la guerra afuera. Y en estos tiempos que corren me parece algo loable, aunque quizás he sido yo mismo quien ha querido ver algo más en una obra tan tradicional.