La mejor experiencia con Realidad Virtual que he tenido en mi vida
O, quizás, la única que he tenido de verdad.
Una tecnología novedosa es capaz de sorprender una única vez, la primera, pero para desear repetir, tiene que haber algo más. Ir al cine, coger un mando para jugar a un videojuego, entrar en internet, ponerse un casco de realidad virtual… actos que nos sorprenden y pueden marcarnos, la primera vez. Pero ya está. Para regresar tiene que existir un motivo más allá, y ahí entra en juego la obra que aprovecha ese contexto, el trabajo creativo de otras mentes.
Hace unas semanas viví una de estas experiencias sorprendentes que creo que voy a recordar siempre por su impacto. Me acordaré de cómo fue la primera vez que la Realidad Virtual consiguió sorprenderme de verdad, haciéndome creer que estaba dentro de un mundo totalmente ajeno al real, cuando se cumplió esa promesa que tantos años ha permanecido incumplida. Y lo curioso es que la obra que aprovecha la tecnología es lo más sencillo a nivel videojuego que puedas imaginar: una suerte de Call of Duty.
Pero la clave de EVA Madrid, lugar que tuve la ocasión de visitar para realizar un vídeo para Xataka (que puedes ver tras este párrafo) es que consigue sobreponerse al que había sido el gran problema en lo que a experiencias de Realidad Virtual se refiere: el movimiento. Como por cuestiones lógicas siempre debemos jugar al ponernos los cascos en una habitación que nos permite una movilidad reducida, los desarrolladores de videojuegos y experiencias han tenido que adaptarse, y el movimiento dentro del entorno virtual se suele realizar de forma automática, o no se realiza directamente, o trata de engañarnos con saltos más parecidos a lo visto en Google Maps cuando sacas el muñequito que a una experiencia plena de juego. Y eso es lo que en casos como el mío provoca mareo y la sensación contraria que se quiere transmitir: no soy capaz de sentirme dentro de ese mundo.
¿Qué hace EVA Madrid y su tecnología para compensarlo? Una nave de cientos de metros cuadrados donde el jugador puede moverse con total libertad. Es una solución exagerada, sí, pero si lo piensas, sencilla y muy coherente: para que el movimiento dentro de un mundo virtual se sienta de verdad, tienes que ser capaz de moverte con libertad en el mundo real. La tecnología que se mueve en este amplio espacio es suficiente para haberme hecho sentir que estaba dentro, por primera vez en mi vida, de un videojuego en Realidad Virtual. Y por eso recordaré esta experiencia.
El suelo de esta enorme nave cuenta con baldosas de color negro y blanco, que permite que los múltiples ordenadores (todos ellos conectados a cada una de las HTC Vive expresamente personalizadas para esta experiencia) generen los escenarios virtuales y sepan dónde estamos dentro de ellos. Nosotros vemos sus paredes, puertas, estancias… hasta ascensores que permiten subir y bajar por diferentes niveles de suelo. No chocaremos de verdad si nos topamos con un muro virtual, obviamente, pero me sorprendí cuando todas y cada una de las veces acercaba el arma a mi pecho para no “hacerla chocar” contra el muro, o cuando levantaba un pie para subir por un escalón que en realidad no existía. Ese es el nivel de inmersión que consigue transmitir. Si estás a punto de chocar con uno de los muros reales (porque aunque el espacio es muy amplio, podría ocurrir) un mensaje en pantalla te avisa para que lo evites. Y lo mismo si te encuentras con algún otro jugador, que aparecen claramente en pantalla para que no choques contra ellos. Porque la experiencia que probé era ampliamante multijugador, ya que EVA Madrid pretende enfocarse en los esports.
Primero una experiencia con zombis espaciales, en diferentes escenarios donde iban apareciendo oleadas y el equipo de jugadores debía coordinarse para acabar con todos ellos hasta llegar al enfrentamiento con un jefe enorme. Después, con el típico multijugador a lo Call of Duty: duelo por equipos, dominio, etc. Eran juegos expresamente creados para esta experiencia y para ese espacio. Una inversión tan enorme, junto al espacio necesario y a los cacharros carísimos que necesita, que no sé si podría llegar a ser rentable, la verdad.
Y ante esas sencillas experiencias, después de sudar lo que no está escrito, todos mis compañeros llegamos a la misma conclusión: esto sí es Realidad Virtual. Aquí sí estás dentro de un espacio, te sientes dentro de él, te mueves por sus pasillos y te enfrentas a sus peligros. Y eso que las experiencias en sí, como juegos, son sencillas. Pero ojalá todo vaya a más y puedan desarrollarse experiencias más complejas, quizás más centradas en las aventuras para un solo jugador dejando de lado esa vertiente de deporte electrónico. Me imagino vagando por bosques o ruinas desentrañando un misterio, porque no es necesario que se suceda la acción. O una aventura gráfica, o una escape room sin ningún tipo de limitación, o un mundo abierto al estilo Cyberpunk 2077 donde sea posible hasta conducir vehículos… las posibilidades son abrumadoras.

La experiencia (que es recomendable hacer en grupo, aunque puedes ir en solitario a enfrentarte a los zombis) cuesta algo más de 20 euros por una sesión de algo menos de una hora. Merece la pena, créeme. Aunque sea para vivirlo una única vez y comprobar, realmente, lo que es la Realidad Virtual y lo que podría llegar a ser. Moverse dentro de un mundo ajeno al real… algo que todavía no has experimentado en plenitud si te has limitado a los productos que copan ahora mismo el mercado.
Eso sí, al igual que con el cine o los videojuegos, creo que la experiencia a nivel tecnológico sólo es capaz de sorprender la primera vez. Me encantaría volver a echar unas partidas con colegas porque me lo pasé muy bien, pero no encontraría un motivo más allá del recreativo. Es ahí donde nos damos cuenta de que la tecnología, por muy increíble que sea, sorprende la primera vez, y ya. Es con el trabajo creativo de los humanos con el que siempre nos sentiremos tentados a volver. Y ojalá estas iniciativas prosperen, porque entonces eso llegará solo.
Aquí tienes más información, por si te animas a echar una partida. Si es así, ¡cuéntamelo!
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