Sí que hubo anuncios a destacar en la no-conferencia de Nintendo del No-E3 de este año. Pero tras destacar los videojuegos que me han entusiasmado (de verdad) durante estas últimas semanas (Parte 1 y Parte 2), del Direct me voy a quedar con The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom, la nueva entrega de la franquicia -primera con Zelda como protagonista jugable-; una sorpresa enorme que, sin querer odiar por odiar, me ha generado un conflicto interno.
The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom parece reunir lo que ya se podría considerar la era anterior a Breath of the Wild y la posterior. No es que fuera un actor secundario para Nintendo antes de la entrega de Nintendo Switch, todos lo sabemos, pero su llegada marcó un antes y un después. Me atrevo a decir que no sólo a la saga, sino también a la industria. Es uno de esos juegos que no pueden faltar en un repaso histórico, y con el paso de los años nos acordaremos de esta (larga) generación con la compañía de Link recorriendo Hyrule como un gran exponente.
Ese reconocimiento, no sólo en lo que a los dineros se refiere, sino también al prestigio, las críticas, las opiniones, los premios… hicieron que The Legend of Zelda tomara una magnitud diferente. Y la primera prueba de ello es su secuela directa, Tears of the Kingdom, la entrega de la saga más continuista y menos innovadora de todas. Incorpora la construcción como gran novedad, pero sólo es una capa más de una base firmemente construida.
Es por ello por lo que dejé Zelda: Tears of the Kingdom a medias -a pesar de comprender su valor- y por lo que, aunque basándome en suposiciones, una parte de sus jugadores no quedaron tan satisfechos como con Breath of the Wild. Es un más de lo mismo muy jugoso, porque a quién no le gusta volver a comerse un buen pollo asado con patatas, pero no es lo mismo que cuando le pegaste el primer bocado aquella primera vez.
Y con The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom, a pesar de presentar un estilo rotundamente diferente que recuerda más a los juegos clásicos de la saga, me sigue sabiendo a más Breath of the Wild y, sobre todo, Tears of the Kingdom. Toma esa misma idea y la reformula en otro ambiente, por supuesto, pero no puedo evitar ver en esa libertad para copiar y pegar cualquier elemento del escenario otra versión de las herramientas de construcción de Link en Tears of the Kingdom. Es, de nuevo, vender la misma (y fabulosa) idea: completa la aventura con total libertad, sólo tu imaginación es el límite, ningún jugador superara este puzle de la misma manera… y yo, personalmente, lo que quiero de un nuevo Zelda es lo contrario.
En general, lo que espero de cualquier estudio o mente privilegiada de la industria es que me vuelva a presentar en la mesa un plato que jamás he probado. Podrá ser mejor o peor que el anterior, pero no me volveré a comer ese pollo asado con patatas que, aunque delicioso, ofrece un valor inferior a una nueva y brillante idea de su estimado cocinero.
Me hubiese encantado que The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom se presentara bajo esta apariencia, con Zelda como protagonista, pero con un algo más que no fuera una misma idea reformulada para poder ejecutarse en un contexto diferente. Igual soy demasiado exagerado y la experiencia no tendrá tanto que ver, pero sin ningún fundamento y basándome sólo en las sensaciones tras ver un vídeo, creo que va a volver a ocurrirme lo mismo que con Tears of the Kingdom.
Sé que es una percepción personal y, por favor, tómala como tal. No hay ningún problema en pensar todo lo contrario o en esperar con una bonita ilusión infantil a Echoes of Wisdom o a cualquier otro videojuego. Pero no es la primera vez que me siento algo decepcionado por algo similar.
Death Stranding 2 me produjo un sentimiento parecido. Pensar en la gran cantidad de años que los estudios requieren hoy en día para crear un videojuego de primera categoría y en la edad de Hideo Kojima me hace pensar, egoístamente, en que hemos perdido unos valiosos años de una de las mentes más ingeniosas de la historia del entretenimiento. Que vuelva a repetir la misma fórmula, por mucho que también nos vaya a sorprender, me descontenta. Por eso espero con mucha más ilusión su otro proyecto, OD. Quizás termine siendo mucho peor que Death Stranding 2, pero me otorga con seguridad otra nueva ida de olla de un loco que merece la pena admirar.
Que Zelda ya sólo parezca querer ser Breath of the Wild me genera esa extraña tristeza. Me ilusiona Echoes of Wisdom y me gusta lo que he visto, cómo no, pero no puedo borrar este pensamiento.
Un interesante documental de regalo
Y para terminar, te recomiendo este documental sobre uno de los grandes iconos -también incluyendo a los videojuegos- del internet primigenio: Slenderman. Me gusta mucho cómo te teletransporta a esos años donde en YouTube no existían los influencers y las redes sociales no eran más que prototipos, y donde no había un afán por ganar dinero con todo. Esta es la primera parte de una serie, pero son dos horitas bien invertidas:
Gracias por estar ahí un artículo más. Recuerda que si te ha gustado puedes compartirlo con tus colegas, dejar un me gusta y si te sientes poderosamente generoso hasta me puedes invitar a un café -o a una cerveza- que prometo dedicarte.