Dead Space nos enseña que el videojuego es maduro (y a la vez no), e imagina que una máquina nos dijera si estamos enamorados o no
El videojuego es camarero y escritor freelance.
Es imposible que no sea un tema recurrente. Sin querer sonar como Solid Snake al final de Metal Gear Solid 2 (ay), la cultura es lo que nos hace. Lo que creamos y compartimos en este mundo es lo que nos define: lo que vemos, leemos, pintamos, jugamos… todo lo que nos rodea lo hace. Los pedazos de lo que fuimos y lo que somos están en cada calle de cada ciudad, en cada rincón y, por supuesto, en todo lo que consumimos. ¿Por qué nada regula con certeza que una vertiente como los videojuegos se conserve con seguridad?
Sabemos la razón. Y quizás eso sea lo más triste. Al final, eso es lo que traduce en que muchas veces los jugadores sientan esa necesidad continua de reafirmarse, de querer exponer al mundo que los videojuegos son serios. Y gran parte se niega a creerlo, incluso las grandes compañías que terminan haciendo que este ocio sea posible. Sólo es negocio.
Sé que también es triste -y muchas veces me lo han recriminado- cuando en artículos o podcasts he dicho abiertamente que, a pesar de que mi amor por los videojuegos es evidente y palpable, me parece que todavía están en pañales en muchas circunstancias. Querer comparar a los juegos con el cine, por ejemplo, a la madurez de sus obras o sus grandes autores, me parece una osadía digna de una ignorancia mayúscula. O quizás soy yo, no lo sé.
Pero a lo que voy: ¿de verdad la única manera de conservar el videojuego es a través de remasterizaciones, esas otras remasterizaciones y remakes como Dead Space? Estos días lo he estado jugando y me he dado cuenta de varias cosas: la primera es que sigue siendo un juego fantástico, y la segunda es precisamente eso, que lo sigue siendo.
A pesar de que me vas a recordar que hace apenas unas frases he dejado caer que el videojuego no está del todo maduro, la realidad es que lo está lo suficiente como para que el hardware cada vez influya menos en su desempeño. Los saltos entre generaciones son cada vez menos perceptibles (y no me hagas hablar otra vez de lo que pienso de esta generación). Hace tiempo que los videojuegos se definen por lo que son y no por cómo son y por cómo se ven, por la tecnología que los acompaña -aunque hay excepciones que confirman la regla, por supuesto-.
Sé que el remake de Dead Space cuenta con ciertas mejoras y pulido -aunque permíteme decir que por estar alejado del ruido no sé cuáles exactamente-, pero las sensaciones que puede dejarte como jugador, como persona que busca su cultura, son probablemente las mismas que las del juego original de hace 15 años. Si esta obra hubiese salido como un producto novedoso y completamente original, hubiese colado, y nos gustaría.
Por tanto, ¿la manera de conservar los videojuegos es a través de estos remakes o reediciones que algunas compañías deciden realizar en ocasiones? La semana pasada también surgía el manido tema con la llegada de la nueva colección con los tres primeros Metal Gear Solid, y de cómo conservo una PS3 para poder jugar al cuarto. Quien no la tenga, no puede jugar, salvo emulaciones y demás incordios que -seamos sinceros- ningún ser humano que no sea un frikazo se va a molestar en utilizar o comprender.
He roto mi promesa con Metal Gear Solid, del anuncio de GTA 6 a un par de trajes para Halloween y un regalito
La promesa que me había autoimpuesto con la creación de este proyecto se ha roto, o más o menos, porque me he comprado un videojuego en su día de lanzamiento. Pero vais a permitir que me excuse, porque es un caso especial: se trata de una revisión de juegos que tienen más de dos décadas y que forman parte de …
La cultura que convierte al videojuego en lo que es, en lo que somos, en lo que hemos sido, no sólo se diluye en el tiempo: se pierde irremediablemente. Son estos actos, remakes y remasterizaciones, los que nos permiten conservar sus sensaciones, a veces intactas, otras alteradas, muchas veces diferentes.
Es triste, ¿o no?
No lo tengo claro, pero sí que es algo que sigue manteniendo mi pensamiento intacto: esto está muy lejos del cine o de la literatura. Es un adolescente tratando de decidir qué quiere hacer el resto de su vida cuando tiene 15 años. ¿Ciencias o letras? ¿Periodista o biólogo? El videojuego ha estudiado derecho y está trabajando como camarero y escribe en webs como freelance en su tiempo libre (y le pagan en visibilidad).
Una máquina que te dice si tu pareja y tú estáis enamorados (o no)
El auge de la tecnología y de la IA en estos últimos años (y meses) propicia que exista una posibilidad de que pienses que esto que te voy a contar es real y no ficción. Pero lo cierto es que -al menos que yo sepa- no, no existe tal máquina. Pero vengo a recomendarte una película (cine, neurocirujano de la cultura) que trata sobre ello.
Y es curioso, porque hace algunas publicaciones hablaba sobre Her y expuse esa teoría de que -en el fondo- los seres humanos somos máquinas y que el amor no deja de ser parte de nuestra programación, como lo podría ser de una inteligencia artificial. Y voy y me encuentro con la película Esto va a doler -que acaba de estrenarse en Apple TV-, donde la historia gira alrededor de esta máquina.
Regresando a Her por el efecto coche volador, lo que más me ha gustado de Starfield y lo de la PS5 a dieta
Estoy viviendo una pequeña crisis con los videojuegos, una que ya he experimentado en el pasado y, probablemente, tú también has padecido. La diferencia más notable es que por primera vez me pilla alejado del ruido de verdad, sin la presión que da vivirla dedicándome a ellos, sin que me invada la obl…
La sociedad de esta historia ha dado tan por supuesto que la ciencia no engaña, que cuando el resultado proporcionado por la máquina es negativo se separan de sus parejas, porque el amor es medible y debe estar confirmado. Te dejo que descubras por tu cuenta cómo se hacen estas pruebas y qué parte del cuerpo debe arrancarse para poder llevarlas a cabo.
¿Te harías la prueba?
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“Encuentra algo en lo que creer, y encuéntralo por ti mismo. Y cuando lo hagas, pásalo a las futuras generaciones.” Solid Snake en Metal Gear Solid 2.